sábado, 19 de junio de 2010

Inspiración

Cuando la encontraba su rostro dibujaba una sonrisa. Una sonrisa sincera, de las que no puede controlar. Nervioso, impaciente, no podría describir como se sentía, tan solo sabía que el latir de su corazón se desbordaba. A media noche desde hacía tres meses compartía lo que se estaba convirtiendo en combustible de su vida.
No podría hablar mucho de ella, simplemente era especial. Cada noche se asomaba al balcón para ver como la esbelta figura de la que creía casi una niña se acercaba por la estrecha calle. Sus pasos almohadillados en los adoquines del paseo eran para el escritor una melodía. Su inspiración.

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