martes, 29 de junio de 2010

Secta

Hace ya tiempo, incluso sin darte cuenta fuiste reclutado por una secta. En algún momento sin determinar, quzás cuando te sentías particularmente vulnerable, un miembro de la secta apareció y te hizo sentir bienvenido. Entendiste que te estaba ofreciendo algo que daba sentido a tu vida. Llevaba zapatillas Nike y una gorra de Planet Hollywood.
Curiosamente, la mayoría de los miembros de la secta -sí también me reclutaron a mí- no es consciente de pertenecer a una secta. Somos libres de movernos. Nadie parece forzarnos a hacer nada que no queramos hacer. En realidad nos sentimos prvilegiados. Las reglas no parecen opresivas. Pero no te engañes, hay reglas.
Por consenso los miembros de la secta hablan un esperanto corporativo: palabras e ideas sacadas de la televisión y la publicidad. Llevamos uniformes -pero no túnicas blancas, pero, digamos que chaquetas de Tomy Hilfiger y zapatillas Air Walk-. Pagamos impuestos a los carismáticos líderes de la secta desde que nacimos. Les hemos dado nuestro dinero, energía, tiempo y creatividad. Han perecido nuestras más preciadas herencias -los bosques, los peces, el aire- y hemos recibido a cambio escenarios virtuales. Hemos pagado fuertes tasas pero, son solo una fracción de lo que pagarán nuestros hijos.
El LIBRE PENSAMIENTO rompe el trance. Introduce nuevas perspectivas, lleva a la duda.

miércoles, 23 de junio de 2010

Pequeños placeres

-Quitarte los zapatos después de una noche de fiesta.
-Encontrar sitio libre en el autobus.
-Meterte en la cama y notar las sábanas frías.
-Comerte la última porción del plato.
-Que cuando te hablan repitan tu nombre.
-Encender la radio y que pongan tu canción.
-Hacer que todo el mundo en el pub baile como tú.
-Comer algo que no tiene muy buena pinta y sea exquisito.
-Dormir la siesta en la playa.
-Ir al cine y que cuando todo el mundo se ha ido haya un trocito más de peli.
-Despertarte y ver que aún queda un rato para levantarte.
(...)

domingo, 20 de junio de 2010

Tierra prometida


Al hacerlo, me pareció olfatear como el Mediterráneo se evaporaba. Era como si un gas incoloro e inoloro fuera capaz de hipnotizarme y hacerme olvidar lo demás. Los envenenados de ese gas, capaz de atrapar a los más aviesos viajeros, huirían desde ese momento de cualquier imitación que hiciese, al igual que aquel instante, respirar a cada uno de sus alveolos.
Dejando atrás todo lo cultivado, una aureola mezcla de tristeza y recuerdo lo tamizaba todo. La acogedora cuna que seducía a tan dispares soñadores se alejaba y se convertía en templo del recuerdo. Solo la excusa de volver curaba la herida de abandonar esa tierra prometida.

sábado, 19 de junio de 2010

Inspiración

Cuando la encontraba su rostro dibujaba una sonrisa. Una sonrisa sincera, de las que no puede controlar. Nervioso, impaciente, no podría describir como se sentía, tan solo sabía que el latir de su corazón se desbordaba. A media noche desde hacía tres meses compartía lo que se estaba convirtiendo en combustible de su vida.
No podría hablar mucho de ella, simplemente era especial. Cada noche se asomaba al balcón para ver como la esbelta figura de la que creía casi una niña se acercaba por la estrecha calle. Sus pasos almohadillados en los adoquines del paseo eran para el escritor una melodía. Su inspiración.

Tic, tic, tic...


Tic-tic-tic... Y ya no puedo pasarlo por alto. Nervios, estrés, emoción, dormir poco, comer mal... Lo achaco a tantas cosas, pero ninguna me parece lo demasiado acertada. Yo creo que significa algo más. Y en este momento mi madre echaría la culpa a ese misticismo mío, que tantos problemas me ha creado, el hablar por mí. Pero yo creo que es una señal. Me ocurre desde hace unas semanas, probablemente más pero no lo recuerdo. Tic-tic-tic... Sigue ahí como si supiese que hablo de él y quisiese dar su aprobación. A veces me ocurre. Me hace pensar que detrás existe una razón para que suceda. Tic-tic-tic... Seguiré buscando.